Barrio Maca, Petare, Caracas
El Cafetal, Caracas
Ejido, estado Mérida
Belén, Mérida, estado Mérida
Cumbres de Curumo, Caracas
Lechería, estado Anzoátegui
Montalban, Caracas
Bello Monte, Caracas
Chacao, Caracas
Chacao, Caracas
Colinas de Bello Monte, Caracas
La Candelaria, Caracas
La Rosaleda, altos mirandinos, estado Miranda
San Cristóbal, estado Táchira
San Diego, estado Carabobo
Naguanagua, estado Carabobo
Chacao, Caracas
Porlamar, estado Nueva Esparta
Avenida Los Leones, Barquisimeto, estado Lara
Avenida Los Leones, Barquisimeto, estado Lara
El Parral, Valencia, estado Carabobo
Santa Fe, Caracas
Caricuao, Caracas
Como parte de una tradición antiquísima, el domingo de
Resurrección, los venezolanos salen a las calles a ahorcar y quemar muñecos de
trapo que simbolizan a personajes odiados de la escena pública.
La ‘quema de Judas’, este año se hace con monigotes que
tienen el aspecto de los presidentes Nicolás Maduro o Barack Obama, el
presidente de la Asamblea Nacional Diosdado Cabello o la representante del
Consejo Nacional Electoral, Tibisay Lucena.
Parecido a la quema
del Año Viejo que se hace en Colombia, los vecinos elaboran un muñeco con ropas
viejas y calzado, pero con rasgos muy exagerados con la intención de reflejar
la traición y la maldad de Judas Iscariote.
Los monigotes son puestos en algún poste, árbol o silla
desde temprano, para que la gente vea y reconozca a los traidores, y en la
tarde, son colgados con una soga y quemados, mientras se lee una especie de
testamento en el cual los participantes se enteran de las razones por las cuales
el supuesto personaje merece el castigo.
En Venezuela esta tradición tiene un significado simbólico
de justicia social, pues para sus habitantes “es una forma de manifestar el
descontento del pueblo frente a acciones de figuras públicas. El rito está
siempre acompañado por una celebración porque se supone que al acabar con el
mal que aqueja a la gente, resucitará lo bueno y lo próspero”.
Se dice que el primer Judas quemado en Venezuela se hizo en
Cumaná en el año 1499, con un muñeco que simbolizaba a Américo Vespucio, como
una forma de condenar la actuación “vivaracha” del conquistador que embaucaba a
los indígenas americanos al cambiarles espejitos por oro y perlas.
Este año, la
oposición venezolana ha hecho un llamado a través de las redes sociales para
que la población aproveche esta tradición como forma de protesta contra las
medidas económicas de Maduro, la escasez de alimentos, la devaluación de la
moneda, la inseguridad y a favor de la liberación de los presos políticos.